Yo prefiero este morir contigo,
Este sufrir nuestros altibajos,
Vivir esta riqueza de mendigo.
No creo en las parejas felices
Que dicen haber llegado a viejos
Solamente comiendo perdices.
(…)
Que el camino descubra nuestro tesoro oculto,
No desisto…quiero tu sabor.
¿Y tú?…pues nos comemos el mundo.
Hola ¿qué tal? Os habla desde la biblioteca errante Vicente García Campo, El Errabundo de las Letras. Ya sabéis, ese lector caminante sin destino fijo al que sus pasos llevan de libro en libro, de poema en poema y de montaña en montaña, del mismo modo natural que los salmones saltan las cascadas contracontracorriente y llegan al nacimiento de los ríos que es, en uno de esos bonitos círculos que traza la vida, el mismo lugar de su nacimiento y muerte.
Y ¿a qué libro a qué montaña desconocida me ha llevado hoy mi errabundeo literario?
Pues, nada más y nada menos, que a la segunda montaña más alta del mundo al K2, y a un libro que también (en una aventura de vida y muerte, de viajes intercontinentales y de viejas al interior del alma) nos lleva como esos saltos de los salmones río arriba, a los orígenes, a nuestro orígenes.
Me estoy refiriendo a Andando la vida, la novela de Pati Blasco que ganó, hace unos años, además de un importante premio literario, el Desnivel, mi corazón lector…
Bueno y para aquellos que no sepan quién es Pati Blasco, bastará con decir que nació en Valladolid en 1978, que fue una de las escaladoras buenas de su generación, que participó como guionista en Al filo de lo imposible y, finalmente, que es una escritora con un mundo muy especial.
Esta de Andando la vida, fue su primera novela y en ella ya se recogen muchas de las características que luego aparecerán en obras posteriores como Mujer tortuga, mujer mariposa y La piel desnuda.
¿Y qué os puedo decir yo de esta novela? Pues en primer lugar, y aquí no ejerzo de crítico literario, sino de lector puro y duro, que es un libro joven, fresco e ingenuo, que desde mi punto de vista es lo mejor que se puede decir de una autora que en el momento de escribirlo era joven, fresca e ingenua.
Es decir, sincera al 120 por cien y puede que un poco más.
Y por eso nos vuelca su mundo, su tribu, su vida y su forma de entenderla en estas poco más de ciento cincuenta páginas.
Su protagonista “Julia Salas”, no hace falta ser ningún genio para darse cuenta que es un alter ego de Pati, es una fotógrafa de la vida que se embarca en un expedición al K2 por motivos que no se pueden explicar aquí, en abierto, sin destripar el libro, y que, a partir de su diario de viaje, nos explica las diversas vicisitudes que primero como persona se encuentra en las etapas iniciales de su viaje (el choque cultural con las ciudades musulmanas de Pakistán es especialmente llamativo).
Y luego el largo y duro trayecto a pie para acercarse hasta el Campo Base del K2 (aquí os señalo que, aunque el libro no tiene muchos años, el alpinismo comercial, todavía no se contemplaba o, al menos no en la medida actual). Al mismo tiempo, en capítulos intercalados, una voz que no conocemos, pero que se supone próxima a Julia, nos narra las vivencias interiores de la protagonista y aquí es donde encontramos la originalidad de esta novela.
La montaña, el K2 se ha convertido en objetivo y escenario secundario, no importa tanto ascender a la cima, lograr el éxito deportivo, como ese asomarse a uno mismo que la soledad y la indiferencia de la naturaleza nos provoca “el K2”, nos dice Julia Salas, “es solo roca y nieve”, ahí hay algo ajeno a nosotros, pero que nos modela.
Más adelante, cuando abandone su campo base, nos dirá:
“Parece mentira que la vida en una montaña enganche tanto. Tiene algo de secta, de sociedad secreta. Te engancha la simpleza y la intensidad de los días allí. La sensación de que perteneces a un lugar y a un momento concreto. No hay nada más íntimo que eso”.
Y para acabar, rememorando el título de la novela, Andando la vida, es decir la vida como viaje, como camino, como un sendero que se comparte, aunque a veces se estreche y tengamos la impresión de que debemos avanzar solos, debemos saber, y nos lo dice la autora o la protagonista que hay que hacerse preguntas, la pregunta, y esta es la siguiente:
¿Encontraremos siempre esos tesoros ocultos que nos hacen caminar juntos?
Y yo os doy la respuesta.
Seguro que sí, solo necesitamos cavar y buscarlos dentro de nosotros, porque lo que es seguro es que están ahí.
Y con esto, mis amigos buscadores de tesoros ocultos, me despido por hoy, un abrazo, leed y andad la vida…
A continuación os incluyo el enlace para escuchar el podcast en Ivoox y Spotify