CARMEN MARTÍN GAITE
“Toda búsqueda de aprecio, de identidad, de afirmación o de confrontación con el mundo se reducen, en definitiva, a una búsqueda de interlocutor”.
Carmen Martin Gaite nació en Salamanca en 1925 con ascendencia madrileña y gallega. Permaneció en Salamanca durante la guerra civil con sus padres y hermana y siguió sus estudios acompañada por su padre y hermana y una preceptora.
En 1948 se trasladó a Madrid con la intención de preparar su doctorado. En la capital tuvo ocasión de afianzar su amistad con Ignacio Aldecoa y conocer a otros escritores de gustos similares como Jesús Fernández, Alfonso Sastre, Juan Benet, Luis Martín Santos, Josefina Rodríguez (que firmaría sus textos como Aldecoa) y Rafael Sánchez Ferlosio con el que contrajo matrimonio. Algunos sectores de la crítica dieron en llamar a este grupo de literatos como la generación del medio siglo, sin embargo los miembros se consideraban a sí mismos simplemente como un grupo de amigos y Martín Gaite consideraba que básicamente “les unía su afición a la literatura”.
Entre su producción narrativa tiene un relieve especial la relacionada con el relato y la novela corta.
Así, el primer libro que publicó El balneario (1955) comprendía una novela corta que mereció el premio Café Gijón. En ella ya aparecen rasgos muy propios de su literatura posterior como es la mezcla entre lo soñado y lo real. Años después, en 1960 vio la luz el libro de relatos Las ataduras, esos lazos invisibles que nos unen a la familia y a la sociedad y que nos condicionan de manera inevitable. En 2010 se reunió toda su producción de relato y cuento en un volumen titulado Todos los cuentos en el que se incluye El otoño en… una verdadera joya que apareció en uno de los diarios personales que ella nombró como Cuadernos de todo.
Muy relacionada con su obra narrativa, se encuentra su producción ensayística. Esta comprende estudios históricos como puede ser el caso de El proceso de Macanaz, historia de las costumbres españolas que se reflejan en los libros Usos amorosos del XVIII en España y Usos amorosos de la postguerra española y crítica literaria en la que destacaría de entre ellas por su originalidad los artículos comprendidos en el volumen La búsqueda del interlocutor y otras búsquedas, en ellos Carmen da la clave de buena parte de su motivación para escribir. Otros ensayos serían El cuento de nunca acabar y Esperando al porvenir, este último un homenaje al que fuera gran amigo de la juventud, Ignacio Aldecoa.
Su producción teatral fue escasa, se limita a una obra de teatro La hermana pequeña y un monólogo. Al parecer, según sus palabras, la logística que implica el llevar un texto dramático a las tablas las desmotivó y prefirió centrarse en proyectos que pudieran llevar adelante por sí misma sin la participación de terceras personas.
El autor de estas líneas dedicó un estudio a esta obra de teatro. Apareció en el número 84 de la revista “TeatroExpresiónEducación” con el título de El teatro de Carmen Martín Gaite. https://www.naque.es/revistas/imagenes/R84.jpg
Respecto de la parte del león en la literatura de Carmiña, tal y como la llamaban sus allegados más próximos, la encontramos en su producción novelística, en una carrera literaria que comenzó en 1957 con la obtención del premio Nadal en ese año y que no concluiría hasta su muerte en el año 2000.
Entre visillos, se mueve en un espacio neorrealista y traza la vida de unas muchachas en una ciudad de provincias. En sus dos siguientes novelas, Ritmo lento y Retahílas, aparece la “búsqueda del interlocutor” como motivo principal de los textos.
La cima de su creación, según la crítica, es El cuarto de atrás (1978) una novela con varios “meta”, metanarrativa, metatextual etc. En ella se mezclan lo onírico, lo real y el proceso de escritura.
Y, si El cuarto de atrás, es la novela que la aupó a la consideración literaria máxima, es Nubosidad variable, la que le granjeó definitivamente el éxito comercial y de público. Escrita en 1992 combina la novela sicológica, a través de sus dos protagonistas (dos mujeres maduras que se reencuentran después de mucho tiempo), con una técnica perspectivista que combinado da una sensación de profundidad que el lector medio apreció ampliamente.
Antes de su muerte, todavía escribió dos buenos textos Lo raro es vivir e Irse de casa que gozaron del calor del público. Murió, como la escritora de casta que fue, abrazada y en diálogo con sus libros.